✏️ Cuando enseñar remueve: luces, sombras y el poder de un grupo que funciona

Hoy podría hablar de un giro de acontecimientos desafortunado con una de mis alumnas. Podría centrarme en el malestar, en lo injusto, en lo que desgasta.

Pero no.

Desde que me he liberado de las tardes —ese agujero negro de energía— he decidido reenfocar.

Valorar lo bueno. Ignorar el ruido. Recuperar la fe.

Y ahora mismo tengo un grupo por las mañanas que lo merece todo.

Un grupo diverso, raro, genial.

Un grupo de esos que te hacen decir: vale, esto sí, esto es lo que quiero seguir haciendo.

🎒 ¿Qué tiene este grupo?

  • Humildad
  • Espíritu de superación
  • Creatividad
  • Capacidad analítica
  • Y algo que no siempre está: corresponsabilidad

Cada persona aporta. Cada una pone una pieza.

Y juntas hacen que el puzle tenga sentido.

🧠 La andragogía no es un camino recto

Enseñar a adultos no es dar clase, es acompañar procesos vitales.

A veces llegan personas rotas, otras llegan brillantes, pero casi siempre llegan buscando algo: un cambio, una salida, una validación.

Y eso no es menor.

Por eso, cuando aparece un grupo así —que se entrega, que tira del carro—, tú das todo.

Sin reservas. Sin reloj.

Porque ser docente es eso: formar parte de una transformación que no siempre se ve, pero que siempre se siente.

🌪️ ¿Y cuando no funciona?

También están los días de duda.

Las aulas hostiles. Los comentarios que duelen.

El silencio incómodo. La energía que se te escapa por los pies.

Yo he estado ahí. Me he planteado dejarlo más de una vez.

Y justo cuando estoy a punto, aparece esa pequeña luz: una mirada, un mensaje, un “gracias por hacerme pensar”.

Y entonces me adentro otra vez en la oscuridad sin dudarlo.

❓Pero me pregunto…

¿Cuánta oscuridad más puedo soportar?

Porque la vocación no es infinita.

Y a veces, no basta con resistir.

Hace falta ver resultados. Sentido. Luz.

Por ahora, la tengo.

En este grupo, en este curso, en esta nueva etapa.

Pero si tú también te lo preguntas —¿cuánta más oscuridad puedes aguantar?—,

te entiendo.

Y te abrazo, desde el aula y desde la trinchera.

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