Efecto Gotham en la FPE: Barcelona se hunde y tú dando clase

¿Notas que tu centro de formación huele más a novela distópica que a espacio educativo? ¿Tu aula se cae a trozos mientras das “Competencias Clave” y fuera hay un okupa haciendo huelga de hambre porque no le llega el bono social de la luz?

Querido, bienvenida al Efecto Gotham versión FPE en Barcelona.

Prepárate, porque lo que vas a leer puede provocarte una risa nerviosa… o un ataque de ansiedad.

¿Qué es el Efecto Gotham en la FPE?

Es ese fenómeno en el que el sistema de formación de adultos ya no se sostiene por estructura, recursos ni planificación, sino por docentes-antiheroes que, armados con su pendrive, su paciencia infinita y una impresora que imprime cuando le da la gana, intentan salvar el aprendizaje entre el caos.

Un sistema tan lleno de parches que da más vibes de Poble Sec a las 3 de la mañana que de espacio formativo del siglo XXI.

Gothamcelona: mapa rápido del desastre

Formadores freelance mal pagados, con más certificados que sueldo

Centros que parecen más pisos embargados que lugares para aprender

Currículos que cambian más que los menús veganos del Raval

Alumnos en paro, con mil historias a cuestas, que vienen buscando un futuro… y encuentran un aula sin HDMI

Coordinadores haciendo malabares con normativas que cambian cada vez que tose Europa

Y mientras tanto, Barcelona sigue su metamorfosis: pisos turísticos hasta en el lavabo, calles cada vez más rotas y una administración que va tan lenta que los formularios llegan al SEPE en burro.

¿Dónde están los superhéroes?

Pues aquí: , el/la formador/a que hace milagros con PowerPoint y psicología de guerrilla.

Porque cuando el sistema falla, solo quedan los de siempre: los que están en el aula.

Eres Batman con bata de Zara, eres Catwoman con contrato por obra y servicio.

Y aunque el entorno grita “¡sálvese quien pueda!”, tú sigues ahí, intentando enseñar habilidades digitales a personas que no tienen ni datos móviles.

¿Por qué es peligroso este efecto?

Porque si toda la FPE depende de voluntarismo, pasión y gente buena que lo da todo, no hay sistema real.

Hay circo.

Y encima con los payasos llorando por dentro.

Se perpetúa la idea de que con “vocación” basta. Que no hace falta invertir en recursos, dignificar el rol del formador ni actualizar infraestructuras. Total, ya vendrá alguien a poner el cuerpo… otra vez.

¿Qué hacemos, entonces?

1. Dejar de glorificar al docente resiliente. Que la resiliencia es necesaria, sí, pero no puede ser obligatoria para sobrevivir.

2. Exigir recursos reales, no migajas de fondos europeos en powerpoints institucionales.

3. Humanizar la FPE: menos burocracia, más atención personalizada y realista a quienes vienen a formarse con mochilas más grandes que sus CVs.

4. Y pagar dignamente al personal docente. Que el sueldo medio de un fontanero junior ya duplica el de quien enseña competencias básicas para la inserción laboral.

Barcelona está cada vez más cerca de parecer Gotham: decadente, sobrecargada, con sus héroes agotados y sin señales de rescate.

La FPE, mientras tanto, aguanta. De pie. Medio cojeando.

Pero aguanta porque (sí, tú con tus plantillas de Canva y tu cable HDMI de repuesto) no te has rendido aún.

Eso sí…

No sería mala idea empezar a exigir que dejen de pedirte milagros y te den, al menos, una silla sin coja y un café decente.

¿Quieres que lo acompañemos con una serie de viñetas tipo cómic de “Formadores en Gothamcelona”? ¿O una presentación estilo noir para una charla o formación interna? Estoy a una idea de distancia. 😎📎🦇

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